


La instrumentación de la música es un tambor de dos caras forradas con piel de chivo llamado nénetl, que es golpeado rítmicamente con una vaqueta generalmente de vara de café; y una flauta de carrizo trifónica (con tres orificios) que marca las alegres melodías de los sones, ambos instrumentos son prehispánicos. La danza consta de 52 sones y uno de los más sublimes es el son de los cruzados.
ESTILO TAMAULIPECO
ESTILO VERACRUZANO
ESTILO QUERETANO
ESTILO POBLANO
POTOSINO
GUANAJUATO
Aunque este estado no esta considerado dentro de la región huasteca, aquí se bailan los huapangos arribeños cuyos máximos exponentes son Guillermo Velazques y los Leones de la Sierra.
Una de las regiones de nuestro país más ricas en expresiones artísticas es, sin duda, la llamada huasteca. Comprendida originalmente por partes de los estados de Veracruz, Tampico y San Luis Potosí; aunque culturalmente abarca parte de Hidalgo, Puebla, Querétaro y hasta de Guanajuato.
El son huasteco es una de las más hermosas expresiones musicales de nuestro país, producto de una larga historia de "ires" y "venires" de culturas de todo el mundo, 100% mestizo y con cualidades dignas de las músicas tradicionales más elaboradas del mundo.
Sólo en un país como México se podría dar algo tan lleno de ingredientes distintos unos de otros, lo indígena como base en excelente equilibrio con lo andaluz, que ya de por sí venía cargado de árabe, judío y quién sabe cuanta cosa más.
Haciendo un poco de historia, los huastecos -que son el grupo étnico que da nombre a la región- la han poblado desde mil años antes de Cristo. La lengua huasteca, que se habla incluso en la actualidad, pertenece al grupo maya-totonaco, tronco y familia mayense de la subfamilia yaxu. También habitan estas tierras nahuas de origen tolteca, totonacos, tepehuas, otomíes y mestizos.
Nuño Beltrán es quién realiza la conquista de estos lugares en el año de 1526 al llegar a la desembocadura del río Pánuco, dando pie al origen de la población mestiza. Al no encontrar oro, decidió esclavizar a los indios para venderlos y llevar pies de cría a la región para convertirla en ganadera con el tiempo.
Así, se fue poblando el lugar de plagas coloniales que forzaron a los habitantes originales a refugiarse en sitios más apartados. Para el año de 1532, Fray Andrés de Olmos inicia la catequización de los indios. Ni la independencia ni la Revolución trajeron grandes beneficios a los indios oriundos del lugar; antes al contrario, los siglos de explotación y pobreza los han orillado a que se repita la misma historia de hambre y descuido de tantos de nuestros pueblos.
Pero más allá de los abusos, la huasteca, dada su gama de poblaciones indígenas y mestizas, es lugar de bellas tradiciones, variedad en sus lenguas, su vestuario, su comida, su artesanía y, por supuesto, su música. La dotación típica del trío huasteco, la compone un violín, una guitarra quinta o huapanguera y una jarana. El violín, aunque puede ser elaborado por lauderos mexicanos, incluso de la región, no tiene ninguna particularidad musicalmente hablando, es en la jarana y la quinta donde encontraremos un par de instrumentos originales y bellos, únicos en todo el mundo, y que se usan exclusivamente para tocar la música propia del lugar.
A pesar de ser chiquita, se toca a lo largo de todo el diapasón, es por eso que está entrastado y puede cubrir todos los tonos de la escala musical.
Su decoración varía según el laudero o incluso según la región, ya que no es lo mismo hablar de la huasteca hidalguense que de la potosina; si desde el paisaje hasta la manera de tocar los sones es distinta, es de esperarse que la fabricación de instrumentos lo sea también. Las hay con incrustaciones, pintadas e incluso pirograbadas; desde muy sencillas hasta muy elaboradas, lo que por supuesto define también la calidad del instrumento y el precio.
El sonido de la jaranita huasteca cubre la sección de los medios en el trío, acompaña a la voz y al violín rasgueándose de manera percutiva y sabrosa, invitando a bailar. El juego de improvisaciones rítmicas en los rasgueos, puede llegar a ser muy complejo, combinando los acentos y los compases.
En cuanto a la hermana grande, la huapanguera, se trata de una guitarra también descendiente de la barroca, que cuenta con cinco órdenes de cuerdas que se distribuyen de acuerdo al ejecutante, algunas van sencillas y otras dobles. Se afina parecido a una guitarra, pero la quinta cuerda es un sol y le siguen re-sol-si-mi. El tamaño es bastante más considerable y es más gruesa que una guitarra normal, ya que cubre las notas bajas. Sus particularidades en cuanto a la ejecución son que además del rasgueo, hace los llamados bordones, melodías que contrapuntean con el trabajo del violín; aparte de eso, se usan muchos glisandos en la ejecución, característica que le da una exquisita particularidad a los sones huastecos. Su decoración es igual a la de las jaranas.
Los sones se ejecutan en cuanta festividad hay en las comunidades de la región: existen además de los del repertorio común, los sones llamados de costumbre, con una fuerte carga ritual y se ejecutan en momentos especiales, para la cosecha o la siembra, una boda, bautizo, entierro o fiesta patronal. Estos sones son los famosos canarios y xochipitzáhuac, que se combinan de varias maneras para dar forma a un repertorio que varía según las circunstancias y la comunidad en particular. Por razones de espacio no nos adentraremos mucho en estos sones de costumbre.
En cuanto al repertorio típico de la huasteca, además de ejecutarse en las fiestas o Huapangos, actualmente se tocan en festivales de la región, ya que, afortunadamente, se trata de lugares que tienen bastante sana la autoestima y podemos encontrar muchos jóvenes talentosos ejecutando sones a la par de los reconocidos viejos músicos. Es muy común encontrar a los tríos tocando en las cantinas de la región, lugares exclusivos para hombres.
Hay que destacar también la presencia de los niños y de las mujeres, que cada vez más se hacen partícipes de la tradición, no sólo como espectadoras o bailando, sino además ejecutando algún instrumento y cantando. Hay que mencionar que los sones no son cosa fácil: además de la dificultad que exige llegar a ser un buen instrumentista, se presenta la cuestión del canto, no cualquiera puede cantar huasteco, además de las voces peculiares, el falsete es muy difícil de ejecutar correctamente. Hay sones que llegan a ser tan arduos, que hasta los más plantados tienen que estar en un muy buen momento para cantarlos, con la garganta caliente y el ánimo hasta arriba.
Los sones se componen literariamente de la copla: de herencia española, llegan a ser muy complejos ya que las características de cada son en particular nos llevan a darnos cuenta de que hay que estar empapado de la tradición para poder ser parte de ella, hay que destacar que los sones se cantan también en las lenguas de los grupos que habitan la región, pero es en español en la cual encontramos el repertorio más rico, compuesto tanto por coplas legendarias y antiguas que llegaron de España desde los años de la Colonia hasta por una enorme cantidad de versos compuestos por acá. Además hay que recordar que hay muchísimo de improvisación con las palabras, o sea que quien sabe cuanto se siga componiendo y cuanto se lo haya llevado el viento en los Huapangos.
Y como siempre es mejor que la música y el verso hablen por sí mismos, tenemos aquí un ejemplo de uno de los sones más antiguos, que además tiene una interesante historia ya que al hablar de marinos y sirenas no queda lugar a dudas sobre su origen andaluz. Además dice Rodríguez María que el nombre "La Petenera" deriva del apodo de "La Paternera" que fue una famosa cantadora y bailadora nacida en Paterna de la Rivera, un pueblito en Cádiz, España. Las versiones han sido muchas, incluso actuales.
Por ser uno de los sones más viejos, ha tenido una enorme cantidad de versos escritos. Es, además, uno de los sones más viejos y de los que se tocan en tono menor, ya que la mayoría son en tonos mayores.
Hay sones que además de sus características propias del género, tienen las suyas propias, en cuanto a su ejecución y en cuanto a su copla, los hay muy difíciles como es el caso del caimán, que se acompaña todo el tiempo a contratiempo y sincopado, lo cual hace que rítmicamente esté como flotando. Una auténtica delicia. No falta en las fiestas durante los momentos más álgidos, ya que además es muy rápido y vigoroso.
Hay que mencionar algunos de los tantos tríos que han hecho los sones de la huasteca una de las más hermosas tradiciones de nuestro país, se destacan entre muchos el "Chicontepec", "Armonía Huasteca", "Camalotes del Pánuco", "Dinastía Hidalguense", "Camperos de Valles", "Los Parientes", "Xoxocapa", "Alma de las tres Huastecas", y un reconocimiento especial al desaparecido "viejo" Elpidio, que hace varios años, al emigrar a la ciudad de México, diera a conocer para muchos esta música tradicional.
¡Viva el huapango!